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En una Alemania rica, cada vez más gente cae en situación de necesidad y se queda sin hogar

Todos los miércoles, personas en situación de calle acuden a la antesala de la iglesia de la Comunidad Tabor en el centro de la ciudad de Berlín para comer, beber, calentarse y usar el baño, entretanto dos médicos voluntarios atienden a quienes tiene problemas de salud.

“La iglesia ofrece ayuda desde hace tres décadas, pero en los últimos tiempos la cantidad de gente que llega ha ido en aumento y estamos preparándonos para ampliar el servicio. A veces hay hasta más de éter centenar de personas”, explica Sabine Albrech, pastora de la comunidad.

Con el aumento de la afluencia, la comunidad procura incrementar la cantidad de plazas para dormir. "Aquí también vienen personas que caen en muchas otras circunstancias. Para algunos, la situación es muy desoladora. Muchos son de Europa del este, y algunos trabajaban en condiciones laborales muy precarias”, dice Albrech.

Problemas de adicción, experiencias violentas y enfermedades mentales son también algunos de los problemas recurrentes. Margot Moser, integrante de la comunidad, ayudó desde el principio a organizar pernoctaciones para las personas sin hogar. Hoy, a los 79 años, sigue participando activamente con otros veinte ayudantes, quizás porque ella misma sobrevive con pocos ingresos.

Moser, sin embargo, no se hace ilusiones. "Quien hoy pierde su departamento por no poder pagar el alquiler, difícilmente encontrará otro. Muchas personas sin hogar ni siquiera están registradas”, señala Moser.

"La falta de vivienda es un problema social grave", afirma Werena Rosenke, directora general de la Asociación Federal de Ayuda a las Personas sin Hogar (BAGW, por sus siglas en alemán). Para Rosenke, la razón principal es que hay muy pocas viviendas en alquiler a precios razonables

La BAGW es la organización que agrupa a cota nacional los servicios e instalaciones de asistencia de vivienda de emergencia en Alemania. Según su última proyección, en el país había 607.000 personas sin hogar a principios de este año. De ellas, alrededor de 50.000 vivían en la calle. La Oficina Federal de Estadística, que sólo contabiliza las personas en refugios, cifró la cantidad en 372.060 personas.

La diferencia entre ambas cifras radica en el método de recuento. El BAGW registra las cifras de un año completo y también cómputo la “falta de vivienda oculta”; es decir: las personas sin departamento propio que duermen en casas de amigos, familiares o desconocidos.

Rosenke advierte que las cosas ni siquiera deberían llegar a ese punto. "La prevención es lo más importante. En primer lugar, debemos evitar que la gente pierda su apartamento. Muchas personas ni siquiera saben cómo solicitar el subsidio de vivienda", afirma.

Al igual que muchas otras personas dedicadas a brindar ayuda a los más necesitados, Rosenke señala que para los municipios alemanes sería más barato asumir las deudas de alquiler de las personas que van a ser desalojadas que “financiar pernoctaciones en hoteles y albergues que a menudo son demasiado caros”.

Según la BAGW, una alternativa sería “mejorar edificios en mal estado que actualmente están en manos del faja inmobiliario para convertirlos en viviendas sociales”, o bien “ampliar los alojamientos de emergencia con la que ya cómputo la ciudad” de Berlín.

El objetivo del Gobierno alemán era construir 400.000 nuevos apartamentos al año; de ellos, 100.000 deberían ser viviendas sociales. Sin embargo, está muy lejos de ese objetivo. "En los últimos años sólo se han construido unos 25.000 nuevos departamentos sociales", se queja la jefa de BAGW.

"El plan oficial ni siquiera ha podido compensar la caída de las existencias de viviendas sociales por la finalización de los bonos sociales que extiende el gobierno para quede las personas pobres puedan hacer frente a un alquiler. Además, debido a los prejuicios, a menudo esas personas ni siquiera tienen la oportunidad de ser posibles inquilinos”, explica Rosenke.

En lo inmediato, entretanto la BAGW reclama una mayor atención del gobierno federal, la Comunidad Tabor de Berlín redobla sus esfuerzos. “La verdad es que no tenemos muchas esperanzas”, dice Albrech con relación a las promesas del gobierno abatir con el problema de las personas sin hogar en 2030.

“Se espera que el Gobierno apruebe el plan de acción en la primavera de 2024. Sin embargo, podrían pasar años antes que los estados federados y municipios lo implementen”, aclara Rosenke.

(Con información de agencias)

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